¿Cuál es el rol del docente de nuestros días? ¿Qué nivel de responsabilidades tiene? ¿Cómo debiera enfocar su función tanto en la escuela como en la sociedad? ¿En sus manos está realmente el futuro de nuestros niños? ¿El docente de hoy tiene que tener conocimientos tecnológicos? ¿Cuáles son los desafíos que hoy tienen que enfrentar? ¿Cómo se forman a los nuevos docentes?
Profundizar
en el “ser docente hoy” significa reflexionar en torno al rol docente,
el saber pedagógico y didáctico en su relación con la sociedad del
conocimiento y con la responsabilidad ética e ineludible que los
docentes tienen hoy en la formación de ciudadanos capaces de contribuir a
la “ciudadanización” de la democracia.
La pregunta central es, por un lado, si los docentes –hoy- están
capacitados para actualizarse y renovarse con la velocidad y prontitud
que exige la sociedad del conocimiento. Y, por el otro, si tienen
dominio pedagógico y didáctico para desarrollar en los estudiantes las
competencias ciudadanas referidas a objetivos y temas transversales como
los derechos humanos, la tolerancia, la no discriminación, la
deliberación democrática, el respeto a la diversidad social y cultural,
al reconocimiento del otro/a como un/a legítimo/a. La investigación ha
mostrado que los docentes, desafortunadamente, no están plenamente
preparados para asumir estos desafíos.
Lo más lamentable, sin embargo, es a mi parecer que las instituciones
formadoras de profesoras y profesoras no se ocupan de crear condiciones
para que los futuros docentes desarrollen las competencias que les
permitan incorporarse creativamente a la sociedad del conocimiento. Me
pregunto, por ejemplo, cuál es la proporción de tiempo que se destina en
estas instituciones a la transmisión/memorización de conocimiento
versus el tiempo que se consigna para el desarrollo de los procesos de
actualización/ recontextualización /creación de conocimiento; en
cuántas instituciones formadoras las bibliotecas están renovadas y
modernizadas y en cuántas los estudiantes tienen fácil y expedito acceso
a los medios tecnológicos.
Las preguntas son aún mucho más candentes cuando se hace referencia
al desarrollo de las competencias ciudadanas. Tengo curiosidad por saber
en cuántas de las instituciones formadoras existe en la malla
curricular un curso de derechos humanos; cuánto tiempo se destina a los
objetivos y temas transversales; qué importancia se le asigna a la
formación ciudadana versus a la formación disciplinaria.
El ser docente hoy es un ser demandado y emplazado, que requiere
interrogar su rol, repensar y reconstruir el saber pedagógico y
didáctico pero por sobre todo es imperativo que las instituciones
formadoras se pregunten dónde deben poner el acento. Es decir,
discriminar entre lo sustantivo y lo secundario, lo esencial y lo
accesorio si desean contribuir al cambio necesario en el ser docente de
hoy y futuro.
Ser docente ayer, hoy y en el futuro ha
sido, es y será una enorme responsabilidad la que, a la vez, se
constituye en un privilegio singular que todos los que ejercemos la
docencia conocemos. La posibilidad de contribuir a la formación de
personas es, sin duda, una tarea ardua y, por qué no decirlo,
envidiable, que hoy tiene posibilidades reales de tener alcance global. La situación actual tiene características que hacen indispensable impulsar nuevas y variadas maneras de ejercer la docencia. Una de ellas, la disponibilidad de conocimientos nuevos que nos impactan con una velocidad jamás antes experimentada, produce la rápida obsolescencia de algunos contenidos tanto en el ámbito tecnológico como en otros, y obliga a enfatizar el aprendizaje de habilidades, destrezas y competencias cuya vida útil supere la de aquellos. Por otro lado, las posibilidades casi ilimitadas (tanto en el tiempo como en el espacio) de intercomunicación, la enorme oferta de información de diversa índole, en variado formato, y dispar calidad, la facilidad para el establecimiento de redes de distinto tipo, entre otras novedades, nos impulsa (o debería impulsarnos) a crear nuevas estrategias docentes que, lejos de combatir este nuevo escenario (que ha llegado para quedarse), lo aproveche en beneficio de la formación de las personas. Intentar aprovechar la Nuevas Tecnologías de Información y Comunicación y el dominio que de ellas ya tienen muchos de los estudiantes actuales, parece ser una estrategia razonable para ayudar a cumplir la misión de formar personas hoy. |
El que escoge la profesión docente,
comienza un camino que está profundamente marcado por el fin último y
primera prioridad que incluye su práctica: que los estudiantes aprendan y
se desarrollen. Esa prioridad involucra una responsabilidad enorme, y requiere de personas que tengan grandes capacidades, difíciles de enumerar en dos párrafos. De lo que no hay duda es que esas capacidades involucran una gran exigencia, a la que en el día a día los profesores deben dar respuesta. Tenemos la opción de dejar que esa exigencia sea algo externo, en ocasiones molesto, o asumirla como propia. Que un profesor deba estar al tanto de cómo se divierten sus alumnos, de qué lugares obtienen la información, qué es lo que les interesa, cómo aprenden mejor… ese es el desafío. Conocer a los alumnos, hoy como antes, pero también hoy más que nunca, cuando el avance en la diversidad de opciones para acceder al conocimiento es muy rápido y es necesario estar al día. Conocer lo que hacemos, significa actualizarse, no sólo con lo que está en un libro, también con lo que hacen otros en mi tema, con lo que se está descubriendo, hoy están las vías para acceder a esa información. Conocer como lo hacemos, estando abiertos a mirarnos y escrutarnos, permitiendo que otros nos miren y nos apoyen en el proceso de mejorar. Ahora bien, ¿como vamos de la intención a la acción? Es una discusión a seguir. |
Ser docente es ser un compartidor de conocimientos, guiador de la materia que imparte, tambien es un medio de comunicacion para los alumnos y tambien un motivador.
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